sábado, 16 de julio de 2005

EL ESCAPULARIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN- CAPITULO III

El escapulario hunde sus raíces en la tradición de la Orden que lo ha interpretado como signo de protección materna de María. Tiene, en sí mismo a partir de esa experiencia plurisecular, un sentido espiritual aprobado por la Iglesia.

Representa el compromiso de seguir a Jesús, como Maria, el modelo perfecto de todo discípulo de Cristo. Este compromiso tiene su origen en el bautismo que nos transforma en hijos de Dios.

La Virgen nos enseña a:
- vivir abiertos a Dios y a su voluntad, manifestada en los acontecimientos de la vida
- escuchar la Palabra de Dios en la Biblia y en la vida, a creer en ella y a poner en practica
sus exigencias
- orar en todo momento descubriendo a Dios presente en todas las circunstancias
- vivir cercanos a las necesidades de nuestros hermanos y a solidarizarnos con ellos.

El escapulario introduce en la fraternidad del Carmelo, comunidad de religiosos y religiosas, presentes en la Iglesia desde hace más de ocho siglos, y compromete a vivir el ideal de esta familia religiosa: la amistad intima con Dios en la oración.

Coloca delante el ejemplo de los santos y santas del Carmelo, con los que se establece una relación familiar de hermanos y hermanas.

Expresa la fe en el encuentro con Dios en la vida eterna mediante la ayuda de la intersección y protección de María.
El escapulario del Carmen no es un signo protector mágico, ni una garantía automática de salvación, ni una dispensa de vivir las exigencias de la vida cristiana.
El escapulario es un signo aprobado por la Iglesia hace siete siglos, que representa el compromiso de seguir a Jesús como Maria:
- abiertos a Dios y a su voluntad
- guiados por la fe, la esperanza y el amor
- cercanos a las necesidades de los demás
- orando en todo momento y descubriendo a Dios presente en todas las circunstancias
El escapulario introduce en la familia del Carmelo y aumenta la esperanza del encuentro con Dios en la vida eterna con la ayuda de la protección e intercesión de Maria.

NORMAS PRÁCTICAS

El escapulario es impuesto, solo la primera vez, por un sacerdote o una persona autorizada. Puede ser sustituido por una medalla que tenga por una parte la imagen del Sagrado Corazón y por la otra la de la Virgen del Carmen.

El escapulario exige un compromiso cristiano auténtico: vivir de acuerdo con las enseñazas del evangelio, recibir los sacramentos y profesar una devoción especial a la Santísima Virgen que se expresa, al menos, con la recitación cotidiana de tres Avemarías.

FÓRMULA BREVE PARA LA IMPOSICIÓN DEL ESCAPULARIO

Recibe este escapulario signo de una relación especial con Maria, la madre de Jesús, a quien te comprometes a imitar. Que este escapulario te recuerde tu dignidad de cristiano, tu dedicación al servicio de los demás y la imitación de Maria.

Llevalo como señal de su protección y como signo de tu pertenencia a la familia del Carmelo, dispuesto a cumplir la voluntad de Dios y a empeñarte en el trabajo por la construcción de un mundo que responda a su plan de fraternidad, justicia y paz.

Antonio Lorenzo Pérez Yglesias
Vocal de Liturgia